Antes de abordar una reforma hay que tener presente que, normalmente, no podremos hacer todo lo que nos dé la gana en nuestra casa, aunque vivamos aislados y exentos de vecinos. Muchas reformas, sobre todo las que cambian fachadas, exteriores o podrían afectar al resto de vecinos, deben pasar por un visto bueno administrativo.
Las reformas en el hogar no implican solo la mano de obra de los obreros. En muchos casos requieren de la intervención de arquitectos, decoradores, electricistas, fontaneros, pintores, etc. Esto significa que, en muchas ocasiones, una obra puede encontrar límites con determinados tipos de realidad; de hecho, es muy habitual que así sea.
Por tanto, ates de emprender una obra nueva o una reforma parcial o integral, es fundamental asesorarse convenientemente de las posibles licencias, permisos o beneplácitos expresos o tácitos que eviten llevarnos un disgusto después de haber desembolsado el dinero y haber invertido nuestro capital e ilusión en el proyecto.
Licencias para hacer una reforma
Licencia de obra mayor
Para el caso de que tu reforma vaya a modificar la estructura de la vivienda, su superficie o a alterar su distribución, será imprescindible contar con la aprobación de una licencia de obra mayor.
Estos proyectos de reforma requieren de la firma de un arquitecto o arquitecto técnico y el sello del colegio profesional. Se trata de un requisito que debe solicitarse en el Ayuntamiento correspondiente, pagar sus tasas y esperar su aprobación definitiva.
Las más comunes son las siguientes:
- Obras de nueva planta.
- Obras suponen un cambio en el uso de un inmueble.
- Obras que modifican la estructura de una edificación.
- Obras en los elementos comunes de los edificios.
- Obras relacionadas con la protección contra los incendios.
- Obras de ampliación en lo que se refiera a altura y/o volumen.
- Obras de rehabilitación.
Licencias de obra menor
Se conceden para obras más sencillas en cuanto a lo técnico y lo económico. No obstante, se necesitará un permiso, normalmente un trámite, a la hora de ponerlas en marcha.
Las más comunes son las siguientes:
- Todo tipo de reparaciones.
- Sustitución de revestimientos.
- Cambios de decoración.
- Instalación de cerramientos. De puertas y ventanas.
- Supresión de todo tipo de elementos que supongan barreras arquitectónicas.
- Instalación de aire acondicionado o calefacción.
- Todo tipo de instalaciones, saneamientos, prospecciones, sondeos, etc.
La concesión de este tipo de permisos se debe realizar siempre en el Ayuntamiento de la ciudad o el pueblo donde se va a proceder a la realizar la reforma. Muchos de ellos, además, admiten una presentación telemática y online que agiliza enormemente la tramitación del proceso y el cumplimiento de la norma por parte de los ciudadanos.
En definitiva, una licencia es un elemento regulador de la actividad y la capacidad de modificación de viviendas y negocios. Una forma de regular la capacidad de acción de los particulares con respecto a sus vecinos, las normas vigentes y la seguridad común a través de una aprobación técnica y el pago de una tasa, que oscila entre los 50 y 3000 euros dependiendo de la envergadura del proyecto, y puede demorarse entre 2 y 5 días.
En caso de no comunicar convenientemente la proyección de la obra o reforma, se podrá incurrir en sanciones y, para el caso de haberla completado de forma ilegal, se deberá devolver a la situación anterior el proyecto completo.
Reformas sin permisos ni licencias
Esta salvedad dependerá siempre de la regulación particular y específica que haga cada ayuntamiento. No obstante, por lo general, algunas obras que no afectan a la estructura del edificio y cuya intervención es, hasta cierto punto, mecánica o común, no necesitarán de un aviso previo ni concesión administrativa.
Es el caso de obras o reformas de alicatado, soldado, cambios en la calefacción , puesta de aire acondicionado, arreglos de fontanería, telecomunicaciones, reparación de puertas, paredes o ventanas o pintura.